Antes de las 9 de la mañana, hora de inicio del encuentro, se percibía entre los catequistas que llegaban masivamente en buses provenientes de las diversas zonas de Santiago y diócesis vecinas, la dicha del reconocerse, compartir, aprender y especialmente de empaparse de la alegría de ser catequistas.
Es así como los agentes pastorales de las diversas catequesis que se desarrollan en el gran Santiago podían darse cuenta de la enorme misión que realizan día a día, con su entrega y testimonio.
El inicio fue marcado por la Eucaristía, presidida por el Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati, acompañado por monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de Santiago; y por monseñor Héctor Gallardo, Vicario General de Pastoral, además de un grupo de sacerdotes que asistieron para participar y acompañar a sus respectivas parroquias.
Luego se dio paso a la “Feria Catequística”, en la cual se dieron cita diversas instituciones, dentro de las cuales se encontraban centros de formación, casas de estudios, editoriales y librerías. Fue en ese momento que los catequistas pudieron visitar los diferentes stand y de tomar una colación, compartiendo de manera fraternal entre catequistas, sacerdotes y religiosas allí presentes.
El segundo momento del encuentro estuvo marcado por la interactiva presentación del Padre Álvaro Ginel, sdb, quien de forma muy didáctica y a través de signos muy concretos, hizo referencia al tema medular de su presentación “La vocación del catequista y la fe”. Esta catequesis fue acompañada por la interacción con algunos catequistas elegidos por el P. Álvaro, de manera improvisada entre los asistentes. A través de dicha dinámica, el sacerdote español, dejó muy en claro que el catequista debe vivir y sentir la presencia transformadora de Cristo, para poder dar y ser testimonio de la Buena Noticia del Reino de Dios.
La finalización de este encuentro fue protagonizado por el “Muro de las Alegrías”, que fue escrito por todos los catequistas que estuvieron participando del encuentro. Este muro fue presentado ante toda la asamblea, junto al “Signo de la Luz”. Dicho símbolo fue repartido a todos los presentes, para que su luminosidad, acompañe la misión de cada catequista y para que esas alegrías escritas en el muro, sean transformadas en las buenas noticias que los catequistas llevan a cada una de sus comunidades.
