Carta a las Familias en su mes

Viernes 16 de Octubre, 2020


 

De Mons. Celestino Aós, Arzobispo de Santiago

Estimadas familias: Paz y bien.

1) Nacidos del amor y para el amor: El tesoro de la familia no son los bienes sino las personas, los hijos. Cuidamos a nuestros hijos y resulta difícil decidir si los enviamos al colegio o privilegiamos la seguridad para su salud. Engendrados por nuestros progenitores, deseados o no, cada uno llegamos a la existencia desde el amor de Dios. El Dios de la vida regala a la familia la vida de cada uno de sus miembros y le encomienda acogerla, protegerla y cuidarla, ayudarla a desarrollarse y florecer.

Bien sabemos que la familia no es la simple suma de sus componentes, y que no bastan los lazos de la sangre ni los documentos, ni siquiera el acomodarse bajo el mismo techo, sino que es preciso la voluntad de compartir vida y proyecto, hacerse familia. A lo mejor esta pandemia, obligándonos a horas juntos, nos dio tiempo para reflexionar admirados en esa realidad del por qué estoy con ellos, porque ellos están conmigo, por qué el estado decide si vacunamos a mis hijos o si los enviamos a un colegio, etcétera. 

Dios ha encomendado ese tesoro que somos cada uno de nosotros sus hijos a nuestra familia. “Las familias, están llamadas a una misión educativa primaria e imprescindible. Ellas constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro. Ellas son también el ámbito privilegiado para la transmisión de la fe desde aquellos primeros simples gestos de devoción que las madres enseñan a los hijos. 

Los educadores y los formadores que, en la escuela o en los diferentes centros de asociación infantil y juvenil, tienen la ardua tarea de educar a los niños y jóvenes, están llamados a tomar conciencia de que su responsabilidad tiene que ver con las dimensiones morales, espirituales y sociales de la persona. Los valores de la libertad, del respeto recíproco y de la solidaridad se transmiten desde la más tierna infancia” (Fratelli Tutti 114).

 



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